“Una buena gobernabilidad es básica para una eficaz estrategia frente a la corrupción, mediante la acción coordinada de los organismos de control, que hagan menores los espacios al desarrollo de aquella y favorezcan la transparencia”, señaló Garzón, prestigioso juez que promovió una orden de arresto contra el ex dictador chileno, Augusto Pinochet, por muerte y tortura.
También ha dirigido varias investigaciones sobre casos de lesa humanidad y delitos financieros.
Para Garzón, la Gobernabilidad de un país se fortalece con base en la lucha frontal contra la corrupción, lo que a su vez permite a las instituciones lograr no solo la autoridad necesaria sino la apariencia de legalidad y la firmeza ética.
"La corrupción es esencialmente un fenómeno que genera injusticia y desigualdad entre los ciudadanos y por ende, desconfianza de estos hacia un sistema al que se presume corrupto. Esto se da por la falta de respuestas adecuadas de los que tendrían la obligación de perseguir los fenómenos de corrupción y no lo hacen”, manifestó Garzón, quien agregó que por estas razones se aumenta la apatía por la defensa de lo público.
Durante esta actividad, Garzón aseguró que tampoco existe una sola clase de corrupción y que aquella puede ser pública o privada, clásica o moderna. "Afectando instituciones y sectores del Estado o de la justicia, en sistemas democráticos o dictaduras", dijo.
Indicó que la corrupción política de mano de la económica se traduce en una especie de privatización del Estado.
“Los servidores del Estado pasan a ser dueños de los servicios públicos, en lugar de ser gestores de los mismos”, expresó Garzón, quien mencionó que aquello provoca el detrimento de la visión democrática de atención al ciudadano.
Y agregó: “Si algo nos enseña el mapa de la corrupción, en cualquier parte del mundo y en cualquier época histórica, es que solo los liderazgos valientes y decididos, pueden acabar con el problema, superando la indiferencia popular y manteniendo una actitud vigilante e intransigente ante los comportamientos corruptos”.
Recalcó que nadie debe estar por encima de la ley. Además señaló que la credibilidad de una formación política debe radicar, no solo en el hecho de que se apoye en ideas coherentes y democráticas, sino también en la trasparencia de sus recursos, lo que implica la honradez de sus dirigentes.
“Lo que diferencia los sistemas totalitarios de los democráticos es la existencia de mecanismos de controles básicos y unas pautas rigurosas de transparencia del nivel de eficacia judicial y administrativas de estas y de ese nivel dependerá la calidad democrático del sistema”.
Garzón enfatizó que la corrupción también es un instrumento idóneo para el crimen organizado y para el desarrollo e implantación de sus métodos en sistemas políticos y económicos en instituciones financieras, policiales o judiciales. “Con el fin de conseguir mayores espacios de impunidad, porque ninguna forma de Gobierno es ajena al desarrollo de las organizaciones criminales transnacionales”, señaló.
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