Hemos inaugurado hace meses una sección de debate en la web de la APC. En realidad, todas las noticias de nuestro blog tienen la posibilidad de ser comentadas (al final de cada artículo) por las personas que las lean y se acerquen a nuestra web. Pero no cabe duda de que hay temas, situaciones y acciones en el mundo de la cooperación que generan visiones diferentes y hasta encontradas (sobre las causas de los problemas, sobre las estrategias de acción y de comunicación, etc.). Pensada con una periodicidad aproximadamente bimensual, lanzamos esta nueva sección y os invitamos a sugerirnos nuevos temas de debate (secretaria@cooperantes.net). En algunos casos bastará una noticia, un artículo de opinión o un vídeo propuesto desde nuestra web para generar el debate. En este caso nos basamos fundamente en las “provocadoras” reflexiones de Gustau Nerín.
Con ellas, resurgen ciertos interrogantes. ¿Ha fracasado la cooperación (en África, en otros sitios)? ¿Por qué? ¿Promueve la cooperación el paternalismo y el inmovilismo (ayudadicción)? ¿Tendrían que ser más críticos de la cooperación real los medios y otros actores? ¿Cómo debe ser la política de comunicación de las ONG y otros actores de cooperación?
A continuación, presentamos algunas tesis del libro, más exactamente de la introducción y del capítulo 1, especialmente relacionado con las estrategias de de las ONG en los medios de comunicación. El título es tan expresivo que casi no hace falta explicar nada más: “Blanco bueno busca negro pobre”. Sin embargo, el subtítulo del ensayo lo complementa: “Una crítica a los organismos de cooperación y las ONG”. El libro salió primeramente en catalán y ha aparecido recientemente en castellano. La editorial ha publicado en la red la introducción y el primer capítulo para “abrir boca”. Instamos a leer estas páginas desde aquí:
Es muy probable que a nadie que trabaje en cooperación deje conforme o tranquilo/a determinadas afirmaciones o la totalidad de las “opiniones” de este autor. Sin embargo, alude a hechos, situaciones e interpretaciones que no deben dejarnos indiferentes. La escucha activa parte de que “los argumentos ajenos siempre son valiosos”, unas veces por sí mismos y otras porque nos ayudan a pensar para rebatirlos. Si pretendemos ser críticos con la realidad del mundo que nos rodea y con nosotros mismos, la sana autocrítica nunca está de menos. Y no cabe duda de que en el mundo de la cooperación debe haber espacio para reconocer equivocaciones y aprender de nuestros errores. Sin olvidar que debemos analizar la realidad de la cooperación “con las gafas” de las personas más desfavorecidas y marginadas.
Al final de estas “tesis”, entresacadas de estas primeras páginas del libro (con citas literales, aunque la idea inicial trata de ser un resumen de la “tesis”), hay vínculos a 3 artículos recientes aparecidos en la prensa española (El País, El Mundo y El Confidencial) sobre este libro.
A) Impacto de la ayuda en el Sur (sobre la eficacia de la ayuda)
1. Hay buenas intenciones que sirven para poco o incluso son contraproducentes. “La historia de la cooperación al desarrollo en África es la historia de un fracaso. Nunca tanta gente con tan buenas intenciones había dedicado tantas energías a una causa tan inútil. Hace ya cincuenta años que se impulsan políticas de desarrollo en el continente africano. A lo largo de estos cincuenta años, estas políticas de bien poco han servido. Y, en numerosos casos, incluso han sido contraproducentes”.
2. Continente africano: un inmenso cementerio plagado de proyectos abandonados. “El continente africano es un inmenso cementerio. Un cementerio plagado de proyectos abandonados: hospitales que nunca llegaron a ser inaugurados, letrinas que no se utilizaron, granjas de pollos que han durado tanto como las subvenciones, guarderías en ruinas que jamás han visto un niño, ordenadores viejos parados por falta de electricidad”.
3. Importa más la cooperación que el desarrollo. “Desde este punto de vista no importa en absoluto el desarrollo: lo que importa realmente es la cooperación. Los resultados son indiferentes; lo que es básico es el simple hecho de hacer algo”.
4. En África se sabe que la cooperación no funciona, en Occidente no. “En África todo el mundo sabe que las políticas de cooperación no funcionan o, como mínimo, que no sirven para lo que se supone que deberían servir. Pero este secreto de dominio público no llega a Occidente, donde la acción humanitaria se presenta como la solución a todos los problemas africanos”.
B) Sobre las ONG y actores de la cooperación.
5. Las ONG no están interesadas en que se sepa si sus proyectos llevan al desarrollo o no. “La clave para que todo este mecanismo funcione de forma eficaz es que el donante nunca sepa exactamente qué se hace con su dinero. Él quiere creer que gracias a su donación hay una fuente en un rincón perdido del Sahel, o que se ha erradicado una enfermedad extraña en algún país selvático… No quiere saber que la fuente se ha secado por falta de mantenimiento, ni que las vacunas han resultado ser ineficaces porque no hay neveras donde conservarlas. La auditoría contable acaba por camuflar la realidad del trabajo de las ONG porque desvía la atención del público sobre lo que se debería controlar más estrictamente: el impacto sobre el desarrollo. Ninguna ONG está interesada en que se sepa si sus proyectos llevan el desarrollo a África o no”.
6. Las ONG “compiten” con publicidad que invisibiliza a los africanos, que da una mala imagen de ellos/as (induciendo a pensar que no son lo suficientemente buenos, sanos, responsables o capaces) y hasta con “pornografía humanitaria”. “Las ONG viven en un mundo terriblemente competitivo, en el cual para arrebatar donativos a las otras organizaciones no se puede recurrir a argumentos complicados. No es cuestión de iniciar un complejo debate sobre las estrategias de desarrollo, difíciles de entender, sino de sacudir al ciudadano mediante las emociones. Y para conseguirlo, nada mejor que ofrecer imágenes impactantes: niños con vientres hinchados, casas arrasadas por huracanes, inundaciones que arrastran cadáveres putrefactos… La imagen debe ser lo suficientemente directa para que quien la vea se sienta aludido de inmediato. Se deben mostrar lágrimas, dolor, miedo… Hay ONG que no dudan en emplear fotos que podríamos calificar de pornografía humanitaria”. “…Cuando un occidental ve estas imágenes, no puede pensar en una sociedad que funciona: no piensa en enfermeros que curan, en camareros que sirven, en taxistas que transportan a la gente… sino en parados, en enfermos, en hambrientos… Gente desgraciada, sin nada que aportar. Individuos que parece que no tengan nada que ver con la persona que los mira en la pantalla de su televisor. Seres de otro planeta. Periódicamente, las federaciones de ONG recriminan a algunos de sus miembros el uso de estas ilustraciones, argumentando que dan una mala imagen de los africanos (también luchan para que los medios de comunicación den otra visión de África, y a veces incluso lo consiguen)”.
7. La publicidad de las ONG “vende” que el Norte ayuda al Sur y que allí agradecen la ayuda, mientras que oculta que el Norte explota al Sur. “Aunque en sus cursos y seminarios las ONG aseguran que las causas del subdesarrollo radican en la injusticia de las relaciones Norte-Sur, esto no es perceptible en su publicidad. Quien contemple los anuncios de las ONG difícilmente podrá deducir que Occidente está explotando a África. En las imágenes, el donante siempre ve a cooperantes enviados por el Norte para resolver unos problemas que el Sur es incapaz de gestionar. Además, la visión que se extrae de la mayor parte de los anuncios es que África está muy agradecida a un Occidente que la ayuda a salir de la miseria. Muchas organizaciones de cooperación insisten en la gratitud que el Sur tiene hacia el donante del Norte”.
8. La propaganda de las ONG enfatiza más la intervención social extranjera que el diálogo entre culturas.“Las organizaciones de ayuda, en sus análisis más serios, elaborados por especialistas, argumentan que el protagonismo del proceso de desarrollo debe corresponder a las sociedades africanas y que las ONG no deben sustituirlas, sino mantener «una relación y un diálogo enriquecedor» con ellas. Pero su propaganda es radicalmente contraria a este planteamiento: en la mayor parte de los carteles y folletos de las ONG se ve a los africanos sin pegar ni golpe y a los europeos trabajando para ellos”.
“…El europeo medio ha interiorizado completamente este discurso. Un día, una chica africana que viajaba con su hijo en el metro madrileño se quedó muy sorprendida cuando la mujer española que estaba sentada a su lado le pidió que le entregara a su hijo ya que ella «no sabría cuidarlo bien». Expresaba, de forma burda, un discurso que se repite una y otra vez en muchos anuncios”.
9. La cooperación genera autocomplacencia en los que ven anuncios o dan donativos y poca vergüenza ante las políticas exteriores de los países del Norte. “En Occidente la cooperación genera mucha autocomplacencia, tanto por parte de aquellos que colaboran con sus donativos a la ayuda internacional como de aquellos que se limitan a verlo en los anuncios. Se sienten orgullosos de la tarea de las ONG y por lo general no están nada avergonzados de la política exterior de sus países de origen. Quizás esta satisfacción sería razonable si el continente africano se desarrollara a toda velocidad gracias a los proyectos. Paradójicamente, aunque África continúa subdesarrollada, la satisfacción de los occidentales no para de crecer”.
10. Las ONG están más pendientes de las modas ideológicas del Norte (género, pacifismo, medio ambiente, etc.) que de las demandas reales del Sur. “Las ONG no solo tratan de desarrollar el Sur, sino que además pretenden sintetizar todos los valores políticamente correctos de la izquierda «alternativa». Numerosas entidades dedican muchos esfuerzos a las cuestiones de género; en cualquier proyecto se hace un estudio detallado sobre el impacto que tendrá sobre las relaciones de género (incluso cuando se trata de la compra de ordenadores para una oficina). Muchas ONG indican que sus trípticos y sus revistas se imprimen en papel ecológico, o que sus proyectos respetan el medio ambiente. Todas estas asociaciones son fervientes pacifistas, en la más pura tradición gandhiana… Evidentemente, están más pendientes de las modas ideológicas de Occidente que de las demandas reales del continente africano”.
11. Muchos cooperantes creen que hay que “cambiar“ a los africanos para que se puedan desarrollar. “En el mundo de la cooperación todavía son muchos los que creen que es necesario cambiar a los africanos para que estos se puedan desarrollar. Evidentemente, si para desarrollar una sociedad se ha de luchar contra ella, el fracaso del experimento está asegurado desde el principio”.
C) Reacciones en el Norte (en Europa)
12. El cooperante es idealizado y presentado como el héroe moderno o el misionero clásico. “Se presenta al cooperante como un héroe moderno, como el difusor de la civilización con elementos de mártir… En realidad, si exceptuamos la cuestión del celibato, constatamos que la imagen que se nos ofrece de él no es muy distinta de la que se daba del misionero clásico. Por eso «hacer cooperación» es la ilusión de un sinnúmero de jóvenes europeos que no tienen nada que hacer en Europa, pero que, con absoluta prepotencia, están convencidos de que en África servirían para muchas cosas”.
13. Nadie critica los proyectos de cooperación. Los medios casi siempre se enfocan como propaganda de la cooperación y se centran poco en sensibilizar a la población del Norte sobre los problemas del Sur. “No hay nadie que critique los proyectos de cooperación. Nadie se atreve a cuestionar una cosa que se ha hecho con «buena voluntad». Nadie investiga sobre las fuentes averiadas, las vacunas caducadas y los quirófanos por estrenar que se pueden encontrar en cualquier rincón del continente africano. Los medios de comunicación, cuando hablan de cooperación, lo hacen siempre desde un punto de vista propagandístico; no aportan ni pizca de espíritu crítico, como se supone que es su deber”.
“…En realidad, cuando las ONG tienen acceso a los medios de comunicación no suelen utilizarlos para sensibilizar a la población del Norte sobre los problemas del Sur, sino para hacerse propaganda mediante una presentación mitificada de sus proyectos”.
14. Los europeos saben más sobre “su” cooperación con el Sur que sobre lo que pasa realmente en el Sur. Piensan que ahí se desarrollan gracias a ellos. “La población del Norte traga. En realidad, la mayoría de los ciudadanos no sabe nada de lo que pasa en África, y no lo sabe, básicamente, porque no le importa demasiado. Pero sí conoce, en cambio, que los europeos envían cooperación a los negros y piensa que los africanos se están desarrollando gracias a ellos”.
15. Acoger (la versión lúdica de apadrinar) es ineficiente y convierte a los niños africanos en “juguetes” de familias europeas. “La versión lúdica de los apadrinamientos son las acogidas. Diversas asociaciones organizan estancias de niños africanos en Europa. Argumentan que, de esta forma, pasan unas «vacaciones saludables con buena alimentación, diversión, revisiones médicas…». Esta justificación es, evidentemente, insostenible: resultaría mucho más económico facilitar buena alimentación y revisiones médicas a estos niños en su lugar de origen (y a los niños africanos no les faltan diversiones en sus pueblos, aunque no cuenten con Internet ni con videoconsolas). La clave de estas acogidas es que los niños africanos se conviertan en magníficos juguetes para las familias europeas (que, lógicamente, prefieren a un niño africano no problemático a un adolescente local procedente de un reformatorio). Curiosamente, mucha gente está dispuesta a acoger a un niño congoleño o tanzano «para ayudarle», pero nadie quiere meterse en su casa a toda una familia congoleña o a un jubilado tanzano. Eso sí, para que la relación acogedor-acogido funcione, el acogido ha de cumplir bien su papel de juguete de la familia de recepción. En algunos casos las familias de acogida han rechazado a los niños por considerar que no eran lo «suficientemente» simpáticos”.