La crisis ha desnudado como nunca los mecanismos perversos y, sobre todo, puso en el centro de la escena no ya el sistema económico en el que se articula sino el tipo de individuo que el neoliberalismo terminó por crear: hedonista, egoísta, consumista, frívolo, obsesionado por los objetos y por la imagen fashion que emana de él. La trilogía de la modernidad liberal es muy simple: producir, consumir, enriquecerse.El modelo neoliberal que padecemos hace que las relaciones entre los individuos pasen al segundo plano. El primero lo ocupa la relación con el objeto. Esa es la lógica del mercado: el mercado puede a cada momento agitar ante nosotros el objeto capaz de satisfacer todos nuestros apetitos. Puede ser un objeto manufacturado, un servicio y hasta un fantasma a medida construido por las industrias culturales. Estamos en un sistema de relaciones que privilegia el objeto antes que el sujeto. Esto crea una nueva alienación, una suerte de modalidad adictiva con los objetos.
Su siguiente paso es el desplazamiento hacia la extrema derecha económica: el ultraliberalismo ó anarcocapitalismo (que trata de disfrazarse del liberalismo clásico) es una forma de totalitarismo moderno que pone en manos de los individuos los elementos para que se opriman a sí mismos a través de los objetos. El ultraliberalismo nos deja la libertad de alienarnos nosotros mismos.
Al igual que las doctrinas totalitarias, el ultraliberalismo también está construido sobre el radicalismo y el maniqueismo. Según Todorov, estas políticas subyugan todo al imperativo económico. "Y si te sales de este imperativo, enseguida te llaman comunista".
¿El ultraliberalismo se asentará con la crisis económica? Para este intelectual, el problema es que no se están atacando los problemas estructurales, por lo que "dentro de dos años puede haber una crisis más grave".
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