Independiente
de los Gobiernos de derecha, izquierda o populistas también llamados
progresistas, las huellas socioambientales son igual de devastadoras
sobre los territorios que se someten a los modelos extractivistas de la
minería e hidrocarburos, afirma el geólogo e investigador colombiano,
Julio Fierro.
“Parece que habría coherencia si el extractivismo está asociado a un esquema de derecha, pero el impacto es el mismo; el sacrificio al que se ven sometidos sus territorios, su gente y sus ecosistemas es el mismo. No importa que en el caso derechos el dinero sea para las empresas trasnacionales, y que en el caso de izquierda, una parte mayor vaya hacia ciertos sectores de la población, porque habrá que preguntarse si ese modelo va constituir un futuro y esperanza”, señala al Periódico Digital PIEB.
El investigador del Instituto de Estudios Ambientales de la Universidad Nacional de Colombia, al referirse al extractivismo, se remite al concepto otorgado por el ambientalista Eduardo Gudynas, quien asocia este modelo de producción con aquella relacionada a la explotación del suelo y subsuelo, ya sean minerales, petróleo, frutas o vegetales, donde más del 50 por ciento (%) de esa extracción sale para la exportación, y el impacto ambiental y social es fuerte.
“En Colombia estamos enmarcados en un extractivismo en minería e hidrocarburos. Las empresas trasnacionales y nacionales que operan en Colombia exportan del 92 al 95% del carbón extraído y el 91% del oro. En el caso petrolero es similar, y en cualquiera de los casos, los impactos ambientales y sociales son muy fuertes”, dice.
La huella material de la mega-minería del oro señaló que en su país, se traduce en la generación de residuos mineros en proyectos auríferos. Solo el proyecto Colosa produciría de 2.000 a 3.500 millones de Toneladas métricas (Tm) de residuos mineros al año.
De acuerdo a estudios realizados en su país, según Fierro Bogotá es el que mayor volumen de residuos domésticos genera, de cerca de 2 millones de Tm al año, mientras que los grandes proyectos de explotación del oro a cielo abierto generan entre 25 y 70 veces más residuos de lo que genera una población de cerca de 10 millones de habitantes de la capital colombiana, que llega a 8.5 millones de Tm/año.
La huella hídrica que deja la actividad minera también tiene un costo muy alto, dice, debido a que en zonas mineras el agua termina contaminado con sulfuro, arsénico, mercurio, plomo y bórax, entre otras sustancias químicas, que impactan en el suelo, producción agrícola y en la salud humana.
“El país más extractivista en tema minero es el Congo, y es el país más inequitativo y más violento del mundo; y los países de América Latina vemos al África por encima del hombro, creyéndonos que nuestro extractivismo es desarrollo, cuando estamos en condiciones similares porque de aquí salió caucho, petróleo, materia prima”, señala.
Al salir en materia prima el mineral, Fierro afirmó que no existe encadenamiento productivo, ni generación masiva de empleo, pues el trabajo es cada vez más mecanizado en Colombia.
Julio Fierro participó como expositor en el seminario internacional “Extractivismo: nuevos contextos de dominación y resistencias”, realizado en la ciudad de Cochabamba, bajo la organización del Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB), con el apoyo de otras instituciones comprometidas con la temática.
Indígenas en resistencia y aliados
Al momento de evaluar cuál es la actitud que asumen las comunidades indígenas frente al extractivismo, el investigador colombiano afirmó que no se puede generalizar, pues hay aquellas que se resisten a la minería, otras que hacen minería, además de aquellas que negocian con las empresas mineras.
Sin embargo dijo que a diferencia de Bolivia, donde desde el Estado se fomenta la exploración hidrocarburífera y las actividades mineras en Áreas Protegidas como Parques Nacionales o Reservas Forestales, en su país, no existe una política gubernamental en ese sentido, pues las normas prohíben toda actividad extractivistas en éstas áreas.
Otra diferencia que identificó el autor de “Políticas mineras en Colombia”, es que mientras en su país, las concesiones mineras no otorgan el derecho del uso del subsuelo a las trasnacionales, en Bolivia, las mineras pueden echarle manos a las reservas de agua subterránea.
Minería legal, ilegal y alegal El investigador colombiano en su trabajo identificó tres tipos de minería en Colombia; la legal, que cuenta con todo en orden para operar; la ilegal, que opera incluso tras la criminalidad y en algunos casos en complicidad con legisladores y militares; y la alegal, que aunque tenga licencias ambientales y permisos, no cumple con sus responsabilidades sociales, ambientales ni económicas.
“No hay datos sobre la minería ilegal, legal o alegal, ninguna agencias estatal ofrece esa información. Sobre la minería ilegal el tema es complicado, ya que es minería itinerante, donde el control del Estado es débil”, señaló.
Sobre la minería criminal, dijo que están los ilegales, entre empresarios, guerrilleros, militares, policías y algunos legisladores.
Contacto: juliofierromorales@gmail.com
Bibliografía recomendada: “Políticas mineras en Colombia”. J. Fierro.
ILSA, Colombia, 2012
FUENTE http://www.pieb.com.bo/sipieb_nota.php?idn=8495
“Parece que habría coherencia si el extractivismo está asociado a un esquema de derecha, pero el impacto es el mismo; el sacrificio al que se ven sometidos sus territorios, su gente y sus ecosistemas es el mismo. No importa que en el caso derechos el dinero sea para las empresas trasnacionales, y que en el caso de izquierda, una parte mayor vaya hacia ciertos sectores de la población, porque habrá que preguntarse si ese modelo va constituir un futuro y esperanza”, señala al Periódico Digital PIEB.
El investigador del Instituto de Estudios Ambientales de la Universidad Nacional de Colombia, al referirse al extractivismo, se remite al concepto otorgado por el ambientalista Eduardo Gudynas, quien asocia este modelo de producción con aquella relacionada a la explotación del suelo y subsuelo, ya sean minerales, petróleo, frutas o vegetales, donde más del 50 por ciento (%) de esa extracción sale para la exportación, y el impacto ambiental y social es fuerte.
“En Colombia estamos enmarcados en un extractivismo en minería e hidrocarburos. Las empresas trasnacionales y nacionales que operan en Colombia exportan del 92 al 95% del carbón extraído y el 91% del oro. En el caso petrolero es similar, y en cualquiera de los casos, los impactos ambientales y sociales son muy fuertes”, dice.
La huella material de la mega-minería del oro señaló que en su país, se traduce en la generación de residuos mineros en proyectos auríferos. Solo el proyecto Colosa produciría de 2.000 a 3.500 millones de Toneladas métricas (Tm) de residuos mineros al año.
De acuerdo a estudios realizados en su país, según Fierro Bogotá es el que mayor volumen de residuos domésticos genera, de cerca de 2 millones de Tm al año, mientras que los grandes proyectos de explotación del oro a cielo abierto generan entre 25 y 70 veces más residuos de lo que genera una población de cerca de 10 millones de habitantes de la capital colombiana, que llega a 8.5 millones de Tm/año.
La huella hídrica que deja la actividad minera también tiene un costo muy alto, dice, debido a que en zonas mineras el agua termina contaminado con sulfuro, arsénico, mercurio, plomo y bórax, entre otras sustancias químicas, que impactan en el suelo, producción agrícola y en la salud humana.
“El país más extractivista en tema minero es el Congo, y es el país más inequitativo y más violento del mundo; y los países de América Latina vemos al África por encima del hombro, creyéndonos que nuestro extractivismo es desarrollo, cuando estamos en condiciones similares porque de aquí salió caucho, petróleo, materia prima”, señala.
Al salir en materia prima el mineral, Fierro afirmó que no existe encadenamiento productivo, ni generación masiva de empleo, pues el trabajo es cada vez más mecanizado en Colombia.
Julio Fierro participó como expositor en el seminario internacional “Extractivismo: nuevos contextos de dominación y resistencias”, realizado en la ciudad de Cochabamba, bajo la organización del Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB), con el apoyo de otras instituciones comprometidas con la temática.
Indígenas en resistencia y aliados
Al momento de evaluar cuál es la actitud que asumen las comunidades indígenas frente al extractivismo, el investigador colombiano afirmó que no se puede generalizar, pues hay aquellas que se resisten a la minería, otras que hacen minería, además de aquellas que negocian con las empresas mineras.
Sin embargo dijo que a diferencia de Bolivia, donde desde el Estado se fomenta la exploración hidrocarburífera y las actividades mineras en Áreas Protegidas como Parques Nacionales o Reservas Forestales, en su país, no existe una política gubernamental en ese sentido, pues las normas prohíben toda actividad extractivistas en éstas áreas.
Otra diferencia que identificó el autor de “Políticas mineras en Colombia”, es que mientras en su país, las concesiones mineras no otorgan el derecho del uso del subsuelo a las trasnacionales, en Bolivia, las mineras pueden echarle manos a las reservas de agua subterránea.
Minería legal, ilegal y alegal El investigador colombiano en su trabajo identificó tres tipos de minería en Colombia; la legal, que cuenta con todo en orden para operar; la ilegal, que opera incluso tras la criminalidad y en algunos casos en complicidad con legisladores y militares; y la alegal, que aunque tenga licencias ambientales y permisos, no cumple con sus responsabilidades sociales, ambientales ni económicas.
“No hay datos sobre la minería ilegal, legal o alegal, ninguna agencias estatal ofrece esa información. Sobre la minería ilegal el tema es complicado, ya que es minería itinerante, donde el control del Estado es débil”, señaló.
Sobre la minería criminal, dijo que están los ilegales, entre empresarios, guerrilleros, militares, policías y algunos legisladores.
Contacto: juliofierromorales@gmail.com
Bibliografía recomendada: “Políticas mineras en Colombia”. J. Fierro.
ILSA, Colombia, 2012
FUENTE http://www.pieb.com.bo/sipieb_nota.php?idn=8495