Los partidos políticos son percibidos como las instituciones sociales más corruptas en una mayoría de países, según el resultado de una encuesta global publicada este martes 9 por Transparencia Internacional.
El Barómetro Global de la Corrupción 2013, que se basó en encuestas a más de 114.000 personas en 107 países, también halló una mayoría de entrevistados (54 por ciento) para quienes sus gobiernos están controlados parcial o totalmente por un puñado de entidades que actúan en su propio beneficio.
Algo más de una de cada cuatro personas (27 por ciento) reconocieron haber pagado un soborno en los 12 meses anteriores en ocasión de realizar trámites ante instituciones públicas como la policía o los tribunales.
Pero los sobornos muestran mucha mayor prevalencia en unos países que en otros. En Australia, Dinamarca, Finlandia y Japón, apenas uno por ciento de los encuestados admitieron haber pagado sobornos a funcionarios públicos.
Entre los países en desarrollo, los mejor colocados fueron Uruguay, Malasia y Maldivas, donde solo tres por ciento reconocieron haber sobornado a servidores públicos en el último año, contra siete por ciento en Estados Unidos y cinco por ciento en Gran Bretaña.
Estos pagos ilegales son mucho más frecuentes en países pobres, sobre todo de África, según la encuesta. Más de seis de cada 10 personas entrevistadas reportaron sobornos en Camerún, Kenia, Liberia, Libia, Mozambique, Sierra Leona, Uganda y Zimbabwe.
En general, la mayoría dijeron creer que la corrupción en sus países se agravó desde 2011, cuando apareció la anterior edición del Barómetro.
El último estudio, que abarcó más personas y más países que nunca antes, es el octavo que publica Transparencia desde 2003.
Con todo, dos tercios de los participantes se dijeron convencidos de que la gente común puede marcar diferencias en el combate a la corrupción, si bien constituyen el segmento que más probablemente no incurrió en conductas como el soborno.
Entre 51 y 72 por ciento de encuestados en cada país se manifestaron dispuestos a adoptar una o más acciones específicas, como ingresar a una organización anticorrupción, participar en protestas pacíficas y firmar solicitudes públicas.
Dos tercios de los encuestados se dijeron convencidos de que la gente común puede marcar diferencias en el combate a la corrupción.
“Esto demuestra una amplia voluntad de participar que el movimiento anticorrupción debería aprovechar”, sostuvo Transparencia, una entidad no gubernamental con 90 asociaciones afiliadas en distintas partes del mundo.
La encuesta aparece en un momento de particular atención y movilización contra las prácticas corruptas.
En las últimas semanas, las multitudinarias manifestaciones que se celebraron en Brasil tuvieron entre sus blancos la extendida venalidad pública. En India, otro populoso país emergente, el movimiento anticorrupción que comenzó en 2011 continúa activo.
Desde China hasta Nigeria, comunidades rurales y poblaciones urbanas pobres se enfrentan a desalojos y acaparamiento de tierras practicados por sectores ricos y con conexiones políticas y judiciales.
Movimientos como el estadounidense Ocupa Wall Street o los indignados de España, Grecia y otros países europeos afectados por la crisis económica, han centrado sus críticas en la influencia desproporcionada que ejercen corporaciones y bancos sobre los gobiernos.
El Barómetro es uno de varios estudios que observan cuestiones de transparencia y cuyos resultados son empleados por instituciones internacionales como el Banco Mundial, agencias de desarrollo y empresas privadas para evaluar el riesgo de las inversiones y los negocios en los ámbitos nacionales.
Transparencia también publica el Índice de Percepción de la Corrupción, que el año pasado calificó a 176 países con base en evaluaciones de analistas de riesgo, empresarios y otros expertos nacionales e internacionales.
En cambio, el Barómetro entrevista a gente común.
Este año, se solicitó a cada persona que calificara cuán grave es la corrupción en su país en una escala de uno (“ninguna gravedad”) a cinco. El resultado promedio de esta pregunta fue 4,1, pero con enormes variaciones.
Entre quienes reconocieron haber recurrido a sobornos, 31 por ciento indicaron que habían pagado a policías y 24 por ciento a funcionarios judiciales.
Una proporción de 75 por ciento de sobornos policiales se halló en República Democrática del Congo, Ghana, Indonesia, Kenia, Liberia, Nigeria y Sierra Leona.
El siguiente sector con mayor porcentaje de sobornos fue el correspondiente a registros, en especial registros de propiedad y transferencia de tierras. Las peores cifras corresponden a sociedades y países que viven procesos de transición o posconflicto, como Afganistán, Camboya, Iraq, Liberia, Pakistán y Sierra Leona, todos con altos grados de desnutrición.
Siguen en prevalencia de sobornos los servicios médicos (17 por ciento) y la educación (16 por ciento).
Más allá de la persistente práctica de “untar las manos”, 64 por ciento de las personas entrevistadas señalaron que otra conducta impropia son los contactos personales para realizar trámites en el sector público.
En Israel, Italia, Líbano, Malawi, Marruecos, Nepal, Paraguay, Rusia, Ucrania y Vanuatu, más de 80 por ciento de los encuestados mencionaron la importancia de los contactos personales.
La percepción de que el gobierno es controlado por unos pocos intereses privados, y no por el interés público, parece generalizada, incluso entre las naciones más ricas.
Mientras solo cinco por ciento de los noruegos manifestaron esa convicción, 83 por ciento de los griegos, 70 por ciento de los italianos, 66 por ciento de los españoles y 64 por ciento de los estadounidenses dijeron creer que sus gobiernos se mueven “en gran medida” o “completamente”… en función de “un puñado de grandes intereses particulares”.
En cuanto a las grandes instituciones sociales, los partidos obtuvieron un puntaje medio de 3,8 en una escala donde cinco indica la máxima corrupción. Los siguieron la policía, con 3,7; los servidores públicos, el parlamento y la justicia, con 3,6 cada uno; las empresas y los servicios médicos, con 3,3; el sistema educativo, con 3,2; y los medios de comunicación, con 3,1.
Las instituciones menos corruptas, según la encuesta, son los militares (2,9), las organizaciones no gubernamentales (2,7) y las iglesias y religiones (2,6).
En 51 países, hubo una mayoría que colocó a los partidos como las instituciones más corruptas, entre ellos Alemania, Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Corea del Sur, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Gran Bretaña, Grecia, India, Iraq, Israel, Italia, Japón, México, Nigeria, Noruega, Palestina, Portugal, Tailandia, Turquía y Uruguay.
La policía encabezó el ranking de mayor corrupción en 36 países, como Bangladesh, Bolivia, Egipto, Etiopía, Filipinas, Ghana, Indonesia, Kenia, Malasia, México, Mozambique, Nigeria, Pakistán, Rwanda, Senegal, Sudáfrica, Sri Lanka, Tanzania, Uganda, Venezuela y Vietnam, entre otros.
Algunos países se repiten puesto que varios encuestados eligieron más de una institución como las más corruptas de sus sociedades.