La filtración “más importante en la historia de
Estados Unidos” comprueba definitivamente lo que ya se sospechaba: que
Internet, especialmente sitios como Google y Facebook, son perfectas máquinas
de espionaje; vivimos en un estado de vigilancia global como el que imaginara
George Orwell aunque lo sepamos o no, acaso sólo un poco más sofisticado y
sutil.
Para muchos no es noticia. La gran
cantidad de servicios que proveen los gigantes de Internet no son del todo
gratuitos. Hay un acuerdo tácito al cual accedemos en el momento que navegamos
sitios como Google, Amazon, Yahoo!, Facebook, Skype y otros más: que todos
nuestros datos podrán ser usados por estas mismas compañías no sólo para crear
perfiles más completos de sus usuarios, mejorar sus servicios (hacerlos más
“intuitivos”) y vender publicidad más efectiva a sus clientes, también serán
minados por las agencias de inteligencia, principalmente de Estados Unidos,
para monitorear prácticamente todo lo que hacemos e incrementar su poder
–porque nunca debemos de olvidar que la información es el substrato del poder.
Si queremos estar donde todos están, ese es el precio que hay que pagar:
salimos al patio de la prisión que es también un oasis y desde ahí los guardias
y las cámaras nos observan. Es imposible olvidar que Internet surgió
inicialmente como un proyecto militar, Arpanet, desarrollado por DARPA, la
agencia dedicada a desarrollar tecnología militar secreta. La promesa de libertad
de información siempre tuvo una cláusula oculta: se abría la gran biblioteca de
la humanidad, incluyendo los libros secretos, pero desde ese momento nada sería
otra vez secreto. Para participar en la fiesta de la información —la mano
oculta mostraba el dulce– era necesario ceder la privacidad (nadie se toma la
molestia de pensar en lo que ocurrirá después de la orgía o en que
consecuencias tiene entrarle). Hoy, sin temor a equivocarnos, podemos decir que
vivimos ya literalmente en el mundo de Big Brother, el organismo omniabarcante
que vigila y registra todos nuestros movimientos –recordemos que en un profundo
sentido ontológico somos información: puedes ser reducido a bits. ¿Hasta que
punto esta mirada orwelliana que penetra sin barreras todo el espacio digital,
que nos deja desnudos en el mar de datos, no es un inequívoco signo opresivo
que anuncia un estado totalitario, mercedor de algún tipo de revuelta en
garantía de la libertad? ¿Vivimos en un estado policial y no lo sabemos?
Eso, además de contextualizar, es lo que intentaremos dilucidar aquí.
La semana pasada se dieron a conocer
una serie de filtraciones que confirman que la Agencia de Seguridad Nacional de
Estados Unidos (NSA por sus siglas en inglés) opera un complejo programa
de espionaje en el que participan voluntaria o involuntariamente las grades
corporaciones de telefonía e Internet. Primero The Guardian reveló que
un mandato judicial obliga a Verizon a entregar al NSA desde hace un par de
meses toda la información de las llamadas que realizan sus decenas de millones
de clientes. En el 2007, el ex empleado Mark Klein reveló que AT&T
había instalado equipo que permitía al NSA hacer copias de los datos y
enviarlos a sus centros de almacenamiento. Esto no es del todo excepcional,
leyes en Estados Unidos obligan a compañías productoras de tecnología como
Cisco a que instalen en sus productos equipo que permita a las agencias
estatales monitorear los flujos de datos que se transmiten.
Through a PRISM Darkly
Un día después The Washington Post
filtró información sobre una presentación interna de la NSA en la que se
se describe el programa PRISM –el cual involucra la recolección de datos
directamente de los servidores de compañías como Google, Microsoft, Facebook,
Apple, Yahoo, Dropbox, etc. Esto significa que el NSA tiene en sus archivos tus
conversaciones de Skype, tus búsquedas de Google, tus posts de Facebook, tus
correos de Yahoo! y todo tipo de metadata (incluyendo transferencias de bancos
y direcciones IP, por supuesto). Documentos analizados por
The Guardian muestran que sólo en marzo de 2013 el NSA minó más
de 3 mil millones de archivos de inteligencia de en redes informáticas de
Estados Unidos.
Aunque la presentación de 41
diapositivas de Power Point de PRISM señala que las compañías de tecnología
sabían de la existencia del programa y estaban cooperando, todas ellas han
negado sistemáticamente y de manera sospechosamente similar su partipación en
el programa. Argumentan que sus sistemas no tienen una “puerta trasera” que
permite al NSA minar datos. Las respuestas de Facebook, Google, et al. muestran
un claro patrón de “reasonable deniability” que ha
hecho que la mayoría de los periodistas, expertos y analistas tomen una
posición al menos de escepticismo.
El New York Times publicó una nota en
la que narra cómo algunas compañías –como Twitter– se negaron a proveer rutas
de acceso más fáciles al NSA, pero otras consintieron.
En al menos dos casos, en Google y
Facebook, uno de los planes discutidos fue construir portales seguros por
separado, como una versión digital de los cuartos seguros físicos que llevan
existiendo mucho tiempo para albergar información clasificada, en algunos casos
montados sobre los servidores de las compañías. A través de estos espacios en
línea el gobierno pediría información, las compañías depositarían la misma y el
gobierno luego la recolectaría.
Michael Arrington, fundador del sitio
TechCrunch, escribiendo sobre
la geometría de este incipiente estado totalitario dice que las
respuestas de las compañías de tech parecen
estar formuladas de manera que técnicamente no están mintiendo –pero
entrelíneas revelan su participación. Apple, Google, Facebook y Yahoo en
palabras similares básicamente dijeron que no “proveen acceso directo” a datos
privados a través de sus servidores y que una agencia que requiera esta
información debe obtener una orden de la corte –como la tienen. Los cuartos
seguros de los que habla el New York Times permitirían que estas compañías
dijeran la verdad sobre no proveer “acceso directo a sus servidores” y de todas
maneras dejar que sus datos sean minados por el NSA, el FBI y la CIA. Escribe
Arrington:
Las compañías enviando datos tienen
inmunidad de ser procesados legalmente y prohibido divulgar que el NSA les ha
pedido información. La verdad de lo que está sucediendo se vuelve obvia… El
resultado es una masiva base de datos para la NSA que incluye información sobre
todo lo que hacemos online, y todo lo que hacemos offline que tiene un fantasma
online (fotos, check ins, transferencias, etc.).
Si en 20 años nuestro gobierno quiere
escuchar nuestras conversaciones actuales, podrán hacerlo, porque están siendo
almacenadas. O ver por quién vote, o con quién me junté. Una inteligencia
artificial simple puede analizar esto y crearme un perfil. Un gobierno hóstil,
con la intención de atacar enemigos políticos, puede usar esto con el objetivo
de llegar a alguien (incluyéndote a ti).
REACCIONES EN TORNO AL PRISMA QUE
TODO LO VE: EL LEAK “MÁS IMPORTANTE EN LA HISTORIA DE ESTADOS UNIDOS”
El veterano analista militar Daniel
Ellsberg, responsable de la filtración de los Papeles del Pentágono en 1971,
llama a esta filtración la más importante de la historia. El silbato sonado por
Edward Snowden nos permite descubrir una especie de “golpe de estado ejecutivo
en contra de la constitución de Estados Unidos”. Escribiendo para The
Guardian, Ellsberg señala:
El NSA, el FBI y la CIA, con esta
nueva tecnología digital, tienen poderes de vigilancia sobre nuestros
ciudadanos que el Stasi –la policía secreta de ls “república democrática del
Este de Alemania”– apenas pudo haber soñado. Snowden reveló que la llamada
comunidad de inteligencia se ha convertido en los Stasi Unidos de América.
Contrariamente a esta reacción, el presidente Obama no
tomó el asunto como algo muy grave que digamos e informó que el Congreso había
sido briefiado sobre el programa. Agregó que existen
ciertas medidas necesarias para garantizar la seguridad de los ciudadanos, pero
que se mantiene abierto a debatir los pros y los contras entre la seguridad y
las libertades civiles. Un debate que cómo advirtió en 2007 el
escritor David Foster Wallace en respuesta al Patriot Act,
nunca se llevó a cabo, simplemente nunca se discutió después de los ataques del
11-S si era preferible ariesgarse a la periódica muerte de algunos
–realativamente pocos– ciudadanos a vivir agazapados bajo estricta vigilancia
para supuestamente impedir un ataque terrorista. Estos ataques terroristas que
supuestamente atentaron contra todo el teatro del sueño americano, en realidad
justificaron e hicieron legal, bajo la potestad del gobierno de proteger de una
réplica, el espionaje total. Alguien suficientemente perspicaz tal vez pueda
trazar toda una agenda política seguramente previa al 11-S y desde los albores
del internet que culmina justamente en el estado de vigilancia –más que el
petróleo, la guerra santa o cualquier otra conspiración: la implementación de
un estado de supevigilancia capaz de recavar toda nuestra
información. ¿Qué otro mecanismo más efectivo para asegurar la permanencia en
el poder?
El llamado padre de la Red, Tim
Berners-Leer, escribió que las revelaciones de PRISM son sumamente
perturbadoras. “La vigilancia gubernamental injustificada es una inrtusión a
los derechos humanos básicos que pone en peligro la misma fundación de una sociedad
democrática”, escribió exhortando a los usuarios a proteger su privacidad.
El periodista Glen Greenwald de The
Guardian, una de las piezas fundamentales en exponer el espionaje y la
vigilancia gubernamental, escribió: “El objetivo del NSA y del gobierno de
Estados Unidos es nada menos que destruir cualquier remanente del privacidad”.
Julian Assange por su parte elogió la
labor del whistleblower Edward Snowden,
con quien ha tenido contacto indirecto y señaló que el sistema legal
estadoundiense ha colapsado.
Edward Snowden, un verdadero héroe
global
Días después de que The Guardian y
The Washington Post dieran a conocer los leaks del NSA, su contratista Edward
Snowden dio un valeroso paso al frente confesando ser el responsable de filtrar
esta importante información. Su nombre pasará a la historia. Verax, “el que
dice la verdad” fue el nombre que utilizó en su comunicación confidencial
emulando antípodamente el “mendax” de Assangre. Snowden, actualmente en Hong
Kong, enfrenta la posibilidad de ser extraditado y recibir un tratamiento
similar al de Bradley Manning (cuyo juicio inicia esta semana). ”Tal vez
sea ingenuo”, dijo Snowden,
de 29, “pero creo que en este punto de la historia, el más grande daño que
enfrenta nuestra libertad y forma de vida viene del miedo razonable de poderes
omniscientes mantenidos a raya sólo por documentos legales”… la continua
expansión de la vigilancia es “una amenaza tan grande a la democracia que puse
en juego mi vida y la de mi familia por ella”.
¿EL GOBIERNO TE ESPÍA? ¿TODO ESTÁ
SIENDO GRABADO? … Esas son viejas noticias.
Indicios de que el gobierno de
Estados Unidos estaba utilizando las redes de información de la Web para espiar
no sólo a posibles terroristas sino en general a todos los ciudadanos existían
desde hace varios años. Recordemos que la CIA fue uno de los
angel investors de Facebook a través de la empresa
In-Q-Tel, una compañía con especial interés en el análisis del Big Data
(lo cual es el siguiente paso después de recavar toda esta información). Hace
un par de años Assange había llamado a Facebook la máquina de
espionaje perfecta. La CIA y Google también
han forjado una estercha relación a lo largo del tiempo, al punto de ser socios
en la empresa Recorded Future, que también analiza grandes cantidades de datos
para formular predicciones. La relación entre la NSA y
Google había generado la sospecha del organismo Consumer
Watchdog que desde hace un par de años había pedido que se investigará a Google
por espionaje y posiblemente por la obtención de contratos gubernamentales a
cambio de información. Skype, Microsoft y Apple todos
han desarrollado patentes para espiar a sus usuarios. Estas son las compañías a
las cuales les confíamos toda nuestra información y a las cuales algunos
incluso idolatran como nuevos dioses — al menos parecen participar
colectivamente en la cualidad de la omnividencia que el estado de vigilancia
global ha logrado casi alcanzar.
Muchos sabíamos que nos estaba
espiando, la diferencia quizás es que ahora todos lo saben. En palabras de
Douglas Rushkoff: “es desalentador y desilusionante saber que
nuestro gobierno conoce cada pedazo digital de lo que hacemos o decimos. Pero
ahora, al menos, sabemos que lo saben”. Es el momento de la oficialización, del
“sin lugar a dudas”.
La radical certidumebre de que
vivimos en un estado de vigilancia global y que éste –no el terrorismo– es la
máxima amenaza a la libertad individual en el planeta llevó a personas como
Jacob Applebaum a diseñar Tor, la red anónima que permite a los usuarios de.
Applebaum, quien también escribió parte de la herramienta de WikiLeaks, merece
sin duda, al nivel de Assange, ser considerado uno de los grande héroes de
nuestra época, uno de los verdaderos revolucionarios con vida: un guerrero
cibernético de la ética en el gran campo de batalla de nuestros días.
Si te interesa este tema y
sinceramente buscas a hacer algo al respecto, te recomiendo que dediques
1 hora de tu vida — una sola entre las miles de horas que seguramente has
pasado navegando en sitios que minan tus datos para el uso del gobierno– a ver
este video en el que Applebaum dicta una conferencia magistral dentro del 29th
Chaos Communication Congress. Una dosis épica de inspiración de una persona que
vive constantemente vigilada por el gobierno, y quién incluso ha visto como su
madre ha sido arrestada ilegalmente a manera de presión en contra de su cruzada
a favor de la libertad de la información. La palabras de Appelbaum, de hace 8
meses, resultan ominosas y dejan totalmente claro que se sabía desde hace
tiempo no sólo que el gobierno espiaba as sus ciudadanos sino que lo hacía a
través de los gigantes de Internet.
Appelbaum muestra en este vido
declaraciones del director del NSA, EL General Keith Alexander, a quien llama
“el hombre más poderoso del mundo”, en las que éste niega que se minen
datos de Facebook, Google o Amazon o que incluso tengan la capacidad de
hacerlo. Una clara mentira ante el Congreso de Estados Unidos para la cual
seguramente cuenta con imunidad –inmunidad de esa nueva veta absoluta en aras
de proteger del terrorismo, bajo máxima seguridad.
“Esta actividad de vigilancia hace
que todos seamos sospechosos, y ser sospechos es mi experiencia ya no es ser
libre”, dice Appelbaum que vive en un estado. Llama a preguntarnos si
trabajamos para una empresa o por algo que habilita a las personas o para
algo que controla a las personas. Esta es la reflexión ineludible que debemos
hacernos: lo que hacemos contribuye a la libertad o contribuye a aumentar el
control del gobierno y las grandes corporaciones. Muy simple.
La realidad de la supervigilancia es
tal que ”ya no se trata de preguntarnos si tienen tu información sino de
que tan indexada la tienen”, dice Appelbaum, quien en una ocasión, a sabiendas
que su telefóno iba ser retenido por la policía, colocó entre sus contactos los
números de personas que consideraba debían de ser confundidos con hacktivistas.
En este estado, lo que queda es la labor del trickster –por
eso el hacker es la figura fundamental de nuestros tiempos. Appelbaum , sin
embargo, va más allá y considera que si bien el hacktivismo es una labor
importantísima, aún más lo es construir nuevos sistemas y espacios autónomos de
intercomunicación. El ejemplo más brillante de esto es, por lo pronto, Tor.
Quizás es momento de descubrir que pese a su entusiasta y hasta psicodélico
albor, el Internet nunca fue nuestro.
¿Qué diablos van a hacer con toda tu
información?
Sistemas como el PRISM y la
herramienta Boundless Informant,
a través de la cual el NSA mina datos de todo el mundo, dejan claro que las
agencias del gobierno de Estados Unidos tienen una capacidad casi ilimitada
para recavar información –prácticamente toda la existente en el mundo digital–
pero al parecer por el momento no tienne la capacidad de almacenarla y menos de
analizarla toda. Pero esto está punto de cambiar. Como bien apunta Appelbaum al
principio de su intervención, la gran apuesta de Estados Unidos es el Big Data,
el análisis automatizado de enormes cantidades de información para obtener
correlaciones relevantes. En Utah en estos momentos se está poniendo a
punta el centro de espionaje
más grande del mundo, el cual empezará a operar este año. En este
cento enclavado en el desierto de Utah se concentrará —interceptará,
descifrará, analizará y almacenará— la información de casi todas las
comunicaiones realizadas por medio de satélites y cables subterráneos y
submarinos, sean internacionales, extranjeras o nacionales, desde correos
electrónicos hasta llamadas telefónicas y búsquedas de Google.
Mapa térmico de
Boundless Informant revela los lugares de los que más información se minó.
Según el Director de la
CIA, David Petraeus, el propósito de incursionar en el Big Data es
“encontrar conexiones entre una compra aquí, una llamada allá, un video
pixelado e información de inmigración y aduana” y “llegar a descubrimientos
automatizados, en vez de depender de que un analista haga la pregunta correcta.
La CIA y nuestros socios en la comunidad de inteligencia deben de aprender a
nadar en el océano del Big Data. Debemos de ser, de hecho, los mejores”.
Conjeturo que este interés de alguna manera estará relacionado con el primer
brote de una inteligencia artificial, nadando en el cuasi-infinito océano
holográfico de la data, la ansiada conexión de la sinapsis artifiicial podrá
dar a luz –y de nuevo los grandes adelantos tecnológicos, lapidariamente para
la paz y la libertad, estarán propulsados por el desarrollo militar. Si no es
que la inteligencia artificial surge en un programa de análisis de datos como
el que se encuentra financiando la NSA, al menos uno de sus primeros usos será
analizar esta información.
Sinceramente no sabemos en que podrán
convertir esta información o que usos políticos podrán darle. Pero la cantidad
de información que tienen, y aspirando a no menos que toda la información, supone al menos
teóricamente la posibilidad de un control total, un estado totalitario capaz de
predecir todos nuestros comportamientos –habiendo ya definido todos nuestros
patrones de conducta y motivaciones. Esto significa también que podrán saber
también la respuesta que tendrá cualquier candidato, producto, agenda o
estrategia de comunicación –y que podrán modularla para obtener la respuesta
deseada. Además de los beneficios obvio como poder localizar en todo momento a
alguna persona sospechosa o anticiparse a un movimiento subversivo… Lo que
persiguen la llamada comunidad de inteligencia de Estados Unidos es a fin de
cuentas la omnisciencia –la culminación del sueño panóptico que detectó
Foucault de transformar la información que se obtiene observando a los presos
en conocimento. Un conocimiento absoluto, significa un poder absoluto. Pero no
es mi intención generar más paranoia, este deseo megalómano se enfrenta a la
resistencia de la sociedad que toma conciencia de los ojos invisibles y a la
misma incompetencia de los hombres que operan este plan –ellos mismos quizás
sin saber hacia dónde se dirige– demostrada en parte al menos por grandes
llaneros del ciberespacio como Appelbaum o el recientemente fallecido Aaron Swartz y por
grandes héroes incidentales de la compasión y la ética humana como Bradley
Manning o Edward Snowden. Nosotros somos el glitch en el
sistema de control total.
Twitter del autor: @alepholo
Con información de GigaOm