Primero, que disminuiría el número de votantes. Lo cual nos diría exactamente los que verdaderamente votan y se podría descubrir cómo algunos candidatos, para vergüenza de ellos, antes ganaron por la mayor compra de votos.
Tercero, la plata dada a los partidos, se tendría que emplear en el fin para el que se da: elevar la conciencia política del Pueblo mediante cursos, folletos, debates etc…
Cuarto, los candidatos que serían elegidos tendrían la responsabilidad de responder mejor ante los que los votaron, quienes serían más exigentes. Si a esto se añadiera más adelante la revocación del mandato, se elevaría automáticamente el nivel de la clase política.
Quinto, se evitaría que siempre ganara la misma oligarquía económica que al invertir en varios partidos grandes, siempre sale ganando y conserva indefinidamente su poder.
Sexto, se detendría el lavado de plata en las elecciones como ocurre ahora. Las mafias invirtiendo en las elecciones hacen multiplicar con favores luego su plata sucia.
Séptimo, se educaría y dignificaría al Pueblo, que ahora se destroza y desprecia a sí mismo cuando vende su voto.
Octavo , sobrarían los “operadores” políticos que ahora acarrean en coches a los votantes con el atractivo de comprarles su voto. Iríamos a votar por nuestra cuenta, libremente y con orgullo.
Noveno, comenzaríamos a cumplir lo que nos manda el Código Penal de Justicia sobre el castigo a la compara venta de votos.
Si queremos apuntar a la renovación de las elecciones para purificarlas y hacerlas verdaderamente democráticas no nos queda más remedio que la prohibición total de la compra de votos.
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