Sueltos a su exclusivo arbitrio y con absoluta prescindencia de todo control, los grandes centros financieros del mundo se han erigido en los exclusivos rectores de una presunta economía globalizada. Un mundo concentrado también en superpoblados centros urbanos, cree que su subsistencia está exclusivamente vinculada a factores financieros y no biológicos. Para el capitalismo moderno, el temprano abandono de la moneda convertible en oro por otra de curso legal, fue más una ruptura de la economía con el medio ambiente, que un nuevo contrato social públicamente consensuado. Pronto una sinarquía internacional acumulará también la estimación del factor multiplicador del dinero como propia. Con el hiper desarrollo, la infinita aceleración de la actividad económica, extrema este efecto a consecuencia también de las nuevas formas de comunicación instantánea.
Como en el mito de "Terminator", la inteligencia artificial escapa del control consciente del hombre. Un verdadero huracán monetario gira sin control sobre las cabezas de las metrópolis modernas. El efecto matemático de abundancia, contrasta irresponsablemente con la consciente escasez en la que la mayoría de la población mundial se debate.
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