En este artículo se trata de mostrar las raíces históricas de la
crisis y del inquietante problema de la deuda estadounidense, explicando
que es precisamente la configuración de las relaciones monetarias
internacionales la que ha derivado en este escenario. La argumentación
del artículo lleva a concluir que puede ser la misma organización
monetaria, viciada desde el origen, la que eche abajo el sistema actual
para dar paso a uno nuevo
Las vueltas que da la crisis
Cuando estalló la
crisis, a mediados de 2007 en Estados Unidos, la clase política, el
mundo financiero, y los especialistas económicos fueron tomando
conciencia de la dimensión del caos que se avecinaba. Explicando unos
que la crisis tendría forma de U, otros inclinándose más por una W, los
más pesimistas optaban por una L… la conclusión final de gran parte de
los analistas era que se nos avecinaban unos cuantos años de grandes
dificultades económicas.
Lo que ya no
estaba tan claro, o al menos no generaba tal consenso era la forma en la
que la crisis se iba a presentar. Estaba claro que las hipotecas basura
y la titulización de las mismas eran la primera manifestación, y a la
vez el caballo de Troya que hizo temblar el sistema bancario de la
economía-mundo. Sin embargo, más allá de los primeros temblores, existía
un gran desconocimiento sobre los derroteros que la crisis iba a tomar.
La ortodoxia
económica incluso, pensando que se trataría de simples problemas de
información asimétrica en los mercados financieros, optaba simplemente
por reformar ciertas opacidades en los mercados financieros para
hacerlos eficientes y volver a la senda del crecimiento.
Pronto nos
olvidamos de las prácticas delictivas de las entidades bancarias y
diferentes agentes financieros y los nuevos chivos expiatorios empezaron
a ser las deudas soberanas de diferentes países. Entonces se urgió a
algunos ineficientes, poco competitivos y derrochadores países (muchos de ellos en Europa) a apretarse el cinturón y devolver fielmente y según lo acordado, todo el dinero prestado.
Y hoy en día,
cuando seguimos en medio de ese vendaval, con duras políticas
neoliberales similares a las aplicadas por el FMI en la América Latina
de los 90’s, parece que empezamos a ver hacia donde se puede dirigir el
ojo del huracán en los próximos meses. La posibilidad de que Estados
Unidos no pague sus próximos compromisos de deuda pública en los
próximos días puede hacer temblar al dólar y por lo tanto a todo el
Sistema Monetario Internacional con tal virulencia que lo vivido desde
2007 hasta ahora podría asemejarse a un pequeño accidente, en
comparación con lo que se puede avecinar.
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