Pensada para junio pasado, finalmente se realizó el viernes 12 de agosto en Buenos Aires la reunión de los ministros de economía y presidentes de bancos centrales de la UNASUR. Surgió allí el Consejo Suramericano de Economía y Finanzas para pensar, en la coyuntura, estrategias comunes de la región ante las “turbulencias” de la crisis mundial, según relató el anfitrión, el ministro argentino y candidato a vicepresidente por el oficialismo.
La reunión ocurre en una semana de recrudecimiento de la crisis, principalmente entre los principales países del capitalismo. En principio, vale mencionar que era hora que se asumiera entre los gobiernos de la región que la crisis es “mundial” y que por lo tanto, pese a los datos del crecimiento, superior al registro mundial, el problema es “global” y puede tener impacto en nuestros países. Es un cambio en el discurso, supone una modificación en el diagnóstico y el ámbito del análisis compartido, pese a las evidentes diferencias de políticas nacionales, excluye a la potencia hegemónica del continente y el mundo, nada menos que EEUU, epicentro de la crisis.
Entre las medidas que empiezan a diseñarse se destacan el fondo latinoamericano de reservas; el uso de monedas locales en el intercambio regional para des-dolarizar; la aceleración y extensión del Banco del Sur y la discusión sobre la banca de desarrollo regional (Corporación Andina de Fomento, CAF, y el Banco Interamericano de Desarrollo, BID). Todo para discutirse en los próximos meses y a considerar su instrumentación de cara a las próximas cumbres presidenciales.
El conjunto de medidas apunta a consolidar un “blindaje” regional para reducir la vulnerabilidad externa de los países integrantes del bloque ante la profundidad de la crisis. Las alusiones a la no resolución de la “crisis del 2008” remiten a las preocupaciones latentes ante una recidiva de la recesión mundial ocurrida durante el 2009 y que se espera en el corto plazo, con las regresivas consecuencias sobre el empleo y la calidad de vida de la población empobrecida.....
......Vale también mencionar, entre otras cuestiones, que un centenar de representativas organizaciones sociales y personalidades de nuestra América, entre los que resalta Adolfo Pérez Esquivel, el Premio Nobel de la Paz 1980, cuestionaron el carácter de “reunión a puertas cerradas” del cónclave económico......Entre las medidas que empiezan a diseñarse se destacan el fondo latinoamericano de reservas; el uso de monedas locales en el intercambio regional para des-dolarizar; la aceleración y extensión del Banco del Sur y la discusión sobre la banca de desarrollo regional (Corporación Andina de Fomento, CAF, y el Banco Interamericano de Desarrollo, BID). Todo para discutirse en los próximos meses y a considerar su instrumentación de cara a las próximas cumbres presidenciales.
El conjunto de medidas apunta a consolidar un “blindaje” regional para reducir la vulnerabilidad externa de los países integrantes del bloque ante la profundidad de la crisis. Las alusiones a la no resolución de la “crisis del 2008” remiten a las preocupaciones latentes ante una recidiva de la recesión mundial ocurrida durante el 2009 y que se espera en el corto plazo, con las regresivas consecuencias sobre el empleo y la calidad de vida de la población empobrecida.....
La demanda apunta a considerar la opinión de los pueblos, más allá de la discusión entre los representantes de los gobiernos. La cuestión es que no se trata solamente de generar instrumentos defensivos para limitar el impacto de la crisis, sino de involucrar a la sociedad mediante mecanismos participativos en la toma de decisiones sobre los usos de los recursos públicos, sean en los fondos de reservas o en la banca de desarrollo.
Es que muchas buenas intenciones de políticas económicas o sociales terminan gestionadas burocráticamente para reproducir modelos de gestión que afirman la situación que pretende resolverse. Así, la operatoria de la banca de desarrollo tradicional, sea el Banco Mundial, el BID u otros similares fortalecen el modelo productivo que origina la actual crisis alimentaria, medioambiental, energética, financiera y económica. Por ello la exigencia de protagonizar con participación popular las instancias de decisión en el Banco del Sur, o habilitar la contribución ciudadana en la instrumentación de auditorías de las deudas públicas, tal como resulta de la experiencia ecuatoriana, especialmente cuando el tema del endeudamiento de los principales Estados capitalistas vuelve a la escena mundial, nada menos que impulsando ajustes sociales que deterioran la vida de millones de personas.
Resulta auspiciosa la constitución de un ámbito de discusión sobre asuntos económicos en la región sudamericana, claro que debe reconocerse la diversidad y antagonismo de los procesos nacionales en curso en los diferentes países. La voz y el interés de los pueblos deben resonar en la nueva institucionalidad para interponer un criterio que pueda ir más allá de un escudo defensivo ante la amenaza externa y pueda expresarse una voluntad comprometida con otro mundo posible y necesario.
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