La noticia de aprobación del veto a la Ley Orgánica de Educación Intercultural (LOEI) congratula a maestros, estudiantes, representantes y a la sociedad en su conjunto, ya que después de un largo camino marcado por intensos debates y consensos, finalmente el Ecuador cuenta con una herramienta jurídica adecuada para apalancar la Revolución Educativa.
Por primera vez en el Ecuador existe un cuerpo legal en materia educativa que revaloriza el perfil de docente, determina un nuevo escalafón basado en la meritocracia, con ascensos ligados a la capacitación, evaluación y titulación académica, de manera que se mejore sustancialmente la calidad de la educación nacional. Además, la LOEI asegura que la interculturalidad transversalice a todo el sistema, reafirmando así el compromiso del Ministerio de Educación de liderar las principales transformaciones en materia de formación integral de niños, niñas y adolescentes.
Este cuerpo legal desarrolla y profundiza los derechos, responsabilidades y garantías constitucionales en el ámbito educativo y establece las regulaciones básicas para su estructura, niveles y modalidades; además, replantea el modelo de gestión así como el financiamiento y la participación de los actores del sistema educativo, con el único objetivo de alcanzar una educación de calidez y calidad, tan ansiada por los ecuatorianos.
La LOEI constituye, sin duda, el mayor logro de esta Cartera de Estado en los cuatro últimos años de gestión, pues sintetiza una visión moderna, técnica e incluyente del hecho educativo acorde a los desafíos del Ecuador del siglo XXI, y no habría sido posible sin el apoyo incondicional del presidente de la República, Rafael Correa, y el concurso de diferentes actores del quehacer nacional que contribuyeron a consolidar esta iniciativa, elaborada y promovida por el Ministerio de Educación, a pesar de que ciertos sectores ahora quieran atribuirse su autoría o inventar un falso protagonismo.
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